Unidad a través de la Belleza
El Pacto Roerich y la Bandera de la Paz fomentan el ideal panamericano al proteger y celebrar la rica diversidad cultural de la región, promover la colaboración internacional y establecer una cultura de paz. Al centrarse en la preservación del patrimonio cultural y el fomento de la solidaridad regional, el pacto contribuye significativamente a la integración y fortalecimiento de los lazos entre los países de América Latina y América del Norte. Este compromiso con la paz y la cooperación cultural es esencial para construir una región panamericana unida y próspera, capaz de enfrentar los desafíos del presente y del futuro con una base sólida de valores compartidos y respeto mutuo. – https://ngsm.org/Panamerica.html
Unidad Panamericana
“Mi mural que estoy pintando ahora, trata sobre el matrimonio de la expresión artística del Norte y del Sur en este continente, eso es todo. Creo que para hacer un arte estadounidense, un verdadero arte estadounidense, esto será necesario, esta mezcla del arte del indio, el mexicano, el esquimal, con el tipo de impulso que hace la máquina, la invención en el lado material de la vida, que también es un impulso artístico, el mismo impulso principalmente, pero en una forma diferente de expresión”. – Diego Rivera
Unidad Panamericana consta de cinco secciones, la primera hace referencia al pasado indígena, mostrando la fusión con la cultura religiosa en un México post-conquista. En la segunda sección muestra algunos elementos del pasado y el presente, mostrando a una clavadista, Helen Crlenkovich, con un paisaje de México con una costa, haciendo alusión a la bahía de San Francisco, así como a los mares que rodean el país; debajo de Crlenkovich se aprecia el puente mundialmente reconocido Golden Gate, como representante de la ciudad de San Francisco. Otro elemento importante es el escultor mexicano Mardonio Magaña-Camacho, realizando una escultura de Quetzalcóatl. En la parte inferior se puede reconocer a Rivera de espaldas realizando algunos retratos de personajes históricos de la independencia de distintos países, alguno de ellos son Simón Bolívar, Miguel Hidalgo y Thomas Jefferson. Debajo de estos personajes se muestra a una escultora de Tehuantepec, la cual representa a una sociedad donde las mujeres son las encargadas de los trabajos artísticos. Continuando, la tercera sección representa a una diosa azteca, Coatlicue, fusionada con una máquina propia de la compañía Ford; por debajo de esto se encuentra Frida Kahlo junto con Paulette Goddard. En la cuarta sección, aparece nuevamente la clavadista, así como la continuación del mar y la pequeña isla de Alcatraz. Por último, la quinta sección expone la tecnología destacada en Norte América, así como su desarrollo, magnitud e importancia. – https://es.wikipedia.org/wiki/Unidad_Panamericana
Frances R. Grant: Reseña biográfica
El 18 de noviembre de 1896 nació Frances Ruth Grant, discípula del Grupo Interno de Nicholas y Helena Roerich. A pesar de su carácter difícil según los testimonios de sus maestros y condiscípulos, con sus luces y sombras fue una mujer excepcional, cuya vida fue dedicada a la noble causa de la promoción de la paz y la cultura. Dados sus conocimientos de primera mano de la cultura latinoamericana, su perfecto dominio tanto del Español como del Inglés, sus talentos y habilidades como conferenciante y escritora, jugaría un papel silencioso pero fundamental en la firma del Pacto Roerich y la Bandera de la Paz en abril de 1935.
Nació en Abiquiu, un pueblo remoto en las estribaciones de las montañas del Valle Grande en lo que hoy es Nuevo México. Su padre era Henry Grant, un inmigrante judío alemán, propietario de la tienda general en Abiquiu. Su madre, Sarah Spiro, era una mujer extraordinaria que vacunó a toda la población de Abiquiu contra la viruela con un suero que había enviado desde el Hospital Johns Hopkins. Fue la segunda de los cuatro hijos del matrimonio, al crecer en Abiquiu, Grant absorbió la cultura hispana: “…Mi primer idioma fue el español, una circunstancia feliz que me ha proporcionado un medio de relación íntima con los latinoamericanos”.
Pasó sus primeros años entre Abiquiu y la ciudad de Nueva York, donde estudió en el “Hunter College High School” y se graduó en el “Barnard College” y en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en 1918. La joven Frances también estudió música con Albert von Doenhoff, Ernest Bloch y otros.
Después de graduarse, se convirtió en crítica musical y editora asociada de la revista especializada “Musical America”, así como colaboradora y corresponsal de varias otras revistas y periódicos relacionados con la cultura y el arte. Precisamente por esta circunstancia conoció a la pareja de artistas que le cambió la vida por completo. Sucedió de la siguiente manera…
Los Roerich siempre han relatado como su enseñanza del Agni Yoga les fue confiada por altos Adeptos del conocimiento secreto, quienes guiaron espiritualmente a muchos de los representantes prominentes de la filosofía esotérica en Europa, y quienes fueron conocidos en Occidente desde fines del siglo XIX como Mahatmas o Grandes Maestros. Fue precisamente en Londres donde los Roerich tuvieron el primero de sus importantes encuentros personales con los Maestros, y ahí es donde establecieron la conexión permanente con Ellos. Afirmaron haber conocido al Maestro Morya por primera vez el 24 de marzo de 1920 en el Hyde Park de Londres, el mismo lugar donde HPB también conoció a su Maestro.
También fue allí donde los Roerich recibieron la instrucción de ir a Estados Unidos para ampliar aún más el alcance de su trabajo. Una invitación del “Art Institute of Chicago” fue la ocasión que la vida les brindó para lograrlo, y de esta manera se embarcaron para América. Llegaron en barco a Nueva York en otoño de 1920, y en ese momento era una práctica común retener los barcos que llegaban al puerto durante varias horas para controles de inmigración, salud y aduanas antes del desembarco.
Estas pocas horas de espera, brindaban a los periodistas la oportunidad de reunirse con los pasajeros más interesantes de los buques y entrevistarlos. Y la revista Musical America envió a Frances Grant a entrevistar a Roerich. Muchos de sus antiguos colegas Rusos ya estaban en Nueva York, habiendo huido de la revolución, por lo que se esperaba a los Roerich con alegría.
Frances contaba con frecuencia la historia de su primer encuentro con los Roerich: cómo se acercó al barco en un bote pequeño, subió a la cubierta de Primera Clase en una escalera de cuerda y conoció al creador de los famosos decorados del ballet “La Consagración de la Primavera”. De este primer encuentro cuenta que no fue nada extraordinario, simplemente una corriente de simpatía mutua y admiración por la obra del pintor. Lo que para ella fue el momento más especial de su vida, incluso mágico, llegó dos meses después.
Un amigo de Frances llamado Adolf Bolm, que era un destacado bailarín ruso de los “Ballets Russes” de Diaghilev, la invitó a su casa para una fiesta de Navidad. Bolm ya había trabajado con Roerich en 1909, durante la famosa “Temporada rusa” en París. Al invitar a la señorita Grant, le dijo que “en su casa se encontraría con sus amigos cercanos Nicholas y Helena Roerich”.
En la fiesta de Bolm, los Roerich invitaron a Frances a visitarlos en el Hotel des Artistes, una residencia de artistas donde ellos se alojaban. Ese fue el encuentro que cambió toda su vida. Describió cómo la habían aceptado inmediatamente como amiga, como si fuera un miembro de la familia. Le hablaron de los Grandes Maestros y de la misión de los Roerich en América. Según contó también recibió a través de ellos, un mensaje del Mahatma M. dirigido a ella, aunque nunca contó su contenido exacto. De ese memorable encuentro, finalizó diciendo: “Cuando partí ambos seguían en estado de éxtasis. Nunca, ni por un momento dudé de que todo aquello era verdad, y de que estaba destinada a unirme al trabajo que iba a cambiar el mundo”.
Comenzó una relación íntima con ellos y una estrecha relación de trabajo. Empezó escribiendo artículos generales sobre las pinturas de su mentor Nicholas, y sobre sus decoraciones para ballet y ópera. Su amistad hizo que los Roerich incluso visitaran a su familia en Nuevo México.
Solo un año después, en 1921, Grant renunció a su trabajo en la revista “Musical America” y se convirtió en la directora ejecutiva del gran Proyecto de Roerich, el “Master Institute of United Arts en Nueva York”. En el Master Institute, Roerich trató de unir todas las artes bajo un mismo techo, ofreciendo clases de música, pintura, escultura, arquitectura, ballet y teatro, así como conferencias, conciertos y exposiciones estudiantiles. La facultad incluía a los emigrados rusos Sina y Maurice Lichtmann, quien enseñó piano; Deems Taylor, quien enseñó teoría musical y composición; Robert Edmund Jones y Lee Simonson, que enseñaron diseño teatral; y Mikhail Mordken y Mikhail Fokine, quienes enseñaron ballet.
Entre los conferenciantes invitados se encontraban los artistas George Bellows y Rockwell Kent. El Instituto también ofreció clases de música y escultura para ciegos, una idea muy novedosa en ese momento. Además de ofrecer una educación integral en las artes, el Instituto Master fue diseñado para “abrir las puertas a la iluminación espiritual a través de la cultura”. En este sentido, los Roerich formaron un Grupo Interno de 12 personas: ellos dos y diez discípulos. Entre los que se encontraba Frances Ruth.
Nicholas Roerich hizo lo mismo con otras pasadas encarnaciones de sus discípulos y France comentaba que la idea era “enmarcar todos estos retratos, que serían colgados posteriormente en el santuario de la escuela”.
En 1922, Roerich fundó el centro de arte internacional, “Corona Mundi”, que se inauguró con una exposición de sus pinturas y luego mostró obras de arte de todo el mundo. Las ideas de Roerich acerca del rol del arte, la cultura y la belleza en la evolución de la sociedad humana, estaban tan cerca de su propio corazón y de su mente que se convirtió en una de los primeras y más cercanas colaboradoras de la familia Roerich.
Frances Grant ocupó numerosas responsabilidades en ambas instituciones de Roerich, incluida la organización de exposiciones, conferencias, programas musicales, compras de obras de arte, la supervisión de publicaciones de obras de Roerich y sus seguidores y la administración de las clases ofrecidas por el Master Institute.
Grant fue nombrada vicepresidente y administradora del Museo, junto con Sina y Maurice Lichtmann y otros. El presidente y principal benefactor de las instituciones y el Museo era Louis Horch, un corredor de divisas, que era un entusiasta seguidor de Roerich y cuya esposa, Nettie, era amiga íntima de Frances Grant desde la escuela.
En 1923, Nicholas Roerich, su esposa Helena y sus hijos emprendieron lo que sería una expedición de casi cinco años a India y Asia Central, donde Roerich pintó y estudió filosofía oriental. Pero en 1928, Frances Grant tuvo una oportunidad única: junto con Sina Lichtmann, viajó a la India para encontrarse con la expedición de Roerich. En India, Grant ayudó en diversos asuntos relacionados con los museos de los Roerich, además de viajar y perseguir sus propios intereses personales en el arte y la filosofía orientales.
Fue en India donde Nicholas Roerich le dijo a Grant por primera vez que quería enviarla a Sudamérica en una misión de intercambio cultural. Bajo la premisa de que América del Norte y América del Sur estaban unidas de manera única, Roerich buscó “mejorar las relaciones humanas a través del entendimiento artístico y cultural”.
Aquí empezó la verdadera labor increíble de esta infatigable mujer, desconocida por muchos, y que merece su justo reconocimiento. En lo que iba a ser el primero de muchos viajes a América Latina, Grant visitó Perú, Chile, Argentina, Uruguay y Brasil en la primavera y el verano de 1929. Su viaje fue un esfuerzo preliminar para explorar la posibilidad de organizar intercambios de exposiciones, estudiantes y becas. Visitó museos, escuelas, universidades y otras instituciones culturales y se reunió con artistas, escritores y músicos. Grant se interesó especialmente por la cultura indígena y por el papel de la mujer en América Latina, y conoció a muchas mujeres artistas, incluida la poeta chilena Gabriela Mistral.
Al año siguiente, Grant realizó un viaje más extenso a América Latina, agregando a su itinerario Bolivia, Colombia, Cuba, Ecuador y México. Grant trajo consigo una exposición itinerante de 39 pinturas de Roerich, así como pinturas adicionales para prestar a museos de América del Sur. También dio conferencias sobre Roerich y el trabajo del Museo Roerich en universidades, museos, grupos de mujeres y sociedades filosóficas. Grant habló sobre la traducción y distribución de libros de Roerich Press en América Latina y ayudó a organizar varias becas para el Master Institute.
Su viaje inspiró la formación de Asociaciones Roerich en los países que visitó. Además de artistas y escritores, Grant se reunió con varios líderes latinoamericanos durante su visita, entre ellos el presidente Carlos Ibáñez del Campo de Chile, el presidente Enrique Olaya Herrera, el ministro de Relaciones Exteriores Eduardo Santos de Colombia y el presidente Augusto Leguía de Perú, quien fue derrocado el día de su partida.
A su regreso de Grant, en cooperación con la Sociedad Brasileña de Amigos del Museo Roerich, el Centro Internacional de Arte patrocinó una exposición de casi 100 pinturas de artistas brasileños contemporáneos, la primera vista en los Estados Unidos. A principios de la década de 1930, Grant organizó conferencias, programas y exhibiciones de arte latinoamericano en el museo, y ella misma realizó una gira de conferencias, hablando sobre panamericanismo.
Durante este período, Grant jugó un papel importante en la cruzada de Nicholas Roerich por el Pacto Roerich y la Bandera de la Paz. El Pacto Roerich, escrito en 1928 por Georges Chklaver en la Universidad de París bajo la supervisión de Roerich, fue diseñado para proteger y preservar instituciones y monumentos culturales en tiempos de guerra. Los edificios designados enarbolarían la Bandera de la Paz (diseñada por Roerich) que mostraba tres círculos color púrpura amaranto, sobre un fondo blanco.
De 1931 a 1933 se realizaron tres conferencias internacionales para promover el Pacto Roerich y la Bandera de la Paz. En 1933, el Pacto fue respaldado por los países miembros de la Unión Panamericana en Montevideo. Frances Grant participó activamente en estos eventos, se reunió con funcionarios en Washington, D.C. y mantuvo correspondencia con los líderes de América Latina para promover el Pacto. Sus esfuerzos fueron recompensados cuando Estados Unidos y 20 repúblicas latinoamericanas firmaron el Pacto Roerich el 15 de abril de 1935.
A pesar de este gran triunfo, en los tiempos difíciles de principios de los años treinta, el Museo Roerichatravesó dificultades económicas. En 1929, el museo se había trasladado al “Master Buiding”, un nuevo rascacielos de 29 pisos diseñado por Harvey Wiley Corbett. Los primeros tres pisos fueron designados para el “Museo Roerich”, el “Master Institute” y el “Corona Mundi”. La mayor parte del edificio, sin embargo, fue diseñado como apartamentos de bajo costo para artistas, músicos y académicos.
Grant y los demás funcionarios del museo también recibieron apartamentos en el nuevo edificio. Sin embargo, con la crisis financiera, el museo ya no pudo pagar la hipoteca de su nuevo hogar. En 1932, la Corte Suprema de Nueva York nombró un síndico y ordenó una auditoría; sin embargo, en la apelación, se anuló la administración judicial, otro banco se hizo cargo de la hipoteca y mil de las pinturas de Roerich fueron aceptadas como garantía. Sin embargo, los problemas financieros persistieron y precipitaron una extraña serie de eventos que involucraron, entre otras personas, al futuro vicepresidente de Estados Unidos, Henry A. Wallace.
Frances Grant conoció a Wallace, quien en ese momento era editor de Wallace’s Farmer, en 1928. Wallace, que estaba muy interesado en todas las formas de experiencia religiosa, quedó impresionado por la obra de arte de Roerich, la filosofía religiosa pacifista y la investigación científica.
Lejos físicamente de todos estos problemas mundanos y financieros, los Roerich decidieron permanecer permanentemente en la India, y en 1929, fundaron el “Instituto de Investigación Urusvati” en el valle de Kulu en el Himalaya. En el Instituto Urusvati, Roerich y sus hijos George y Svetoslav llevaron a cabo una investigación sobre las lenguas, el arte, la religión y la medicina orientales, compilando el primer atlas del mundo de hierbas medicinales tibetanas.
En abril de 1929, Wallace le escribió a Frances Grant: “Tanto en palabras como en pintura, el misticismo de Roerich es un experto en el uso de símbolos que tienen un poder desconocido para la ciencia, y sin embargo, el misticismo de Roerich tiene un aspecto decididamente práctico y eventualmente significativo para el mundo científico”.
Henry Wallace mantuvo correspondencia tanto con Grant como con Roerich a principios de la década de 1930. En 1932, Franklin D. Roosevelt lo nombró Secretario de Agricultura. En esta capacidad, Wallace invitó a Roerich a dirigir una expedición botánica a la India y el norte de China en 1934. El propósito de la expedición era investigar semillas resistentes a la sequía que pudieran ser útiles para aliviar las condiciones en el Dust Bowl. Durante los diecisiete meses de la expedición, el grupo investigó más de trescientas plantas y envió unos dos mil paquetes de semillas a los Estados Unidos.
Sin embargo, se desarrollaron tensiones entre los Roerich y los dos botánicos del Departamento de Agricultura que acompañaban a la expedición, que desataron todo tipo de acusaciones y sospechas contra Roerich. Al principio Wallace no creyó todas estas falsas acusaciones, pero terminó también por temer que Roerich estuviera siguiendo su propia agenda política personal, que iba en contra de los intereses de Estados Unidos, y terminó abruptamente la expedición.
Frances Grant se había visto envuelta en todo esto y además en una lucha de poder por el destino del Museo Roerich. En este punto, el presidente Louis Horch había asumido el control de las finanzas del museo. Aparentemente, durante la expedición botánica, Horch y Wallace estaban ya en comunicación secreta.
A pesar de los enormes esfuerzos de Frances Grant por mediar, en julio de 1935 Louis Horch cerró el museo y sus instituciones afiliadas, alegando que el edificio de Riverside Drive y su contenido le pertenecían. Ella y los demás empleados y colaboradores del museo recibieron dos días para evacuar sus apartamentos. Frances Grant y los Lichtmann presentaron una demanda contra Horch, pero después de un litigio prolongado, el tribunal decidió a favor de Horch en 1940.
Sina Lichtmann (más tarde Fosdick) y algunos de los partidarios originales reabrieron el museo como la “Academia de Artes de Roerich”, mudándose de un edificio a otro hasta que en 1949 encontraron un hogar permanente en el 107th Street y Riverside Drive. Frances Grant discutió con su amiga y condiscípula Sina Lichtmann durante el litigio y fue excluida del museo, lo que la obligó a recurrir a otras áreas de actividad.
Después de la desastrosa conclusión de su relación con el Museo Roerich, Frances Grant reorientó sus energías hacia sus intereses latinoamericanos, que había perseguido desde su viaje de 1930. En ese año, Grant fundó la Asociación Panamericana de Mujeres en Nueva York, originalmente conocida como Sociedad Panamericana de Mujeres del Museo Roerich. La Asociación Panamericana de Mujeres (PAWA) fue una organización voluntaria, apolítica, educativa y cultural “con el propósito de unir a las mujeres de las Américas en un esfuerzo común para el avance y entendimiento de los pueblos del hemisferio”.
Por una pequeña cuota, el grupo estaba abierto tanto a hombres como a mujeres que apoyaran los objetivos de la organización, que defendía la creencia de que los pueblos del hemisferio occidental están unidos por lazos culturales e intereses mutuos. Las actividades de la PAWA incluyeron el patrocinio de exhibiciones de arte y programas musicales, literarios y de danza de figuras latinoamericanas, que en ese momento eran poco conocidas o comprendidas en los Estados Unidos.
En el ámbito educativo, la PAWA patrocinó cursos y conferencias sobre América Latina, clases de español y organizó actividades para estudiantes de intercambio latinoamericanos, colaborando frecuentemente con otras organizaciones. La propia Grant dio una serie de transmisiones de radio de onda corta para América Latina en español. Quizás lo más importante es que, mediante la creación de sucursales, la PAWA fomentó los contactos entre las mujeres de las Américas.
A principios de la década de 1940, ante la amenaza del fascismo en América Latina, la PAWA comenzó a centrarse en cuestiones de derechos humanos. En 1943, en conjunto con el Consejo Nacional de Mujeres, la PAWA patrocinó una Conferencia Interhemisférica del Día Panamericano sobre “Cómo las mujeres de las Américas pueden ayudar a mantener unidos a los países”. En un discurso titulado “El verdadero panamericanismo”, Frances Grant destacó la creencia de que las mujeres de este hemisferio, debido a que históricamente no han estado involucradas en guerras y colonialismo, presentan la mejor esperanza para las relaciones futuras entre América del Norte y América del Sur. Ese mismo año, la PAWA también patrocinó una conferencia sobre entendimiento interracial, que abordó el tema del racismo tanto en los Estados Unidos como en América Latina.
A fines de la década de 1940, cuando varios países latinoamericanos fueron tomados por dictadores, la PAWA se unió a otras organizaciones para denunciar los abusos contra los derechos humanos en esos países. Como escribió Grant:
“La Asociación Panamericana de Mujeres se guía por la convicción de que se logrará un verdadero entendimiento interamericano en este hemisferio cuando los pueblos de las 21 repúblicas americanas, hombres y mujeres por igual, disfruten de plenas libertades civiles y políticas así como de oportunidades educativas, sociales y económicas.”
En 1947 murió en Kullu Nicholas Roerich, aquel que ella siempre consideró su Maestro, junto a su esposa Helena. Todo su esfuerzo se centró entonces en el trabajo y su importante labor en PAWA.
En la década de 1960, la PAWA se involucró en varios esfuerzos de autoayuda en América Latina, principalmente un jardín de infancia en los barrios marginales de Lima, Perú, que copatrocinó con un grupo de maestros del condado de Westchester. La PAWA también recaudó dinero y suministros para ayudar a las víctimas del devastador terremoto de 1970 en Perú. La Asociación continuó abogando por los derechos humanos y de la mujer durante este período; por ejemplo, estuvo entre los grupos que presionaron a las Naciones Unidas para un Pacto Interamericano de los Derechos del Niño en 1967. La PAWA continuó sus actividades culturales y educativas hasta mediados de la década de 1980.
Infatigable trabajadora, mientras seguía la agenda de la Asociación Panamericana de Mujeres, Frances Grant comenzó a asistir a las reuniones de la “Liga Internacional por los Derechos Humanos”, conocida hasta 1976 como la “Liga Internacional por los Derechos del Hombre”. En 1947, la liga fue reconocida como entidad consultiva por el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, lo que le otorgó el derecho a testificar ante ese organismo sobre abusos contra los derechos humanos.
La Liga Internacional de Derechos Humanos es una organización no gubernamental independiente dedicada a proteger los derechos humanos en todo el mundo, que en 1975, contaba con unos 2.000 miembros y unas treinta y cinco afiliadas mundiales. En la actualidad, sigue siendo una voz activa en defensa de los derechos humanos.
Frances Grant se desempeñó como secretaria y vicepresidenta de la liga y jefa de su Comité Latinoamericano. Como jefe del Comité Latinoamericano, Grant informó sobre los desarrollos en América Latina, manejó las relaciones con las filiales latinoamericanas de la liga y realizó traducciones. Como secretaria, se ocupó de los asuntos internos relacionados con el funcionamiento de la liga, trabajando en estrecha colaboración con Roger Baldwin. Frances Grant jugó un papel fundamental en llamar la atención de la liga sobre América Latina.
Frances Grant continuó sirviendo como oficial del ILHR hasta la década de 1970. Sin embargo, después de 1950, su base organizativa principal se convirtió en la “Asociación Interamericana para la Democracia y la Libertad”. Su origen se remonta a cuando se organizó una conferencia en La Habana donde acudieron 200 delegados de todas partes del hemisferio, incluidos cinco miembros del congreso de los delegados latinoamericanos de Estados Unidos.
La conferencia produjo la Declaración de la Habana, que condenó las acciones de los dictadores y recomendó condiciones para el reconocimiento diplomático basado en el respeto de los principios de los derechos humanos, civiles y políticos. También abogó por reformas sociales y económicas que fortalezcan las fuerzas democráticas en el hemisferio. El mayor logro de la conferencia fue precisamente la fundación de la organización permanente de la “Asociación Interamericana para la Democracia y la Libertad”.
Frances Grant se involucró de manera increíble en la asociación y entre otras cosas ayudó a los refugiados haitianos a obtener visados para EEUU, dio a conocer las atrocidades cometidas por el El régimen de Trujillo en la prensa, o emprendió una campaña publicitaria masiva por la desaparición misteriosa del profesor Jésus de Galíndez, ofreciendo una recompensa por su regreso y realizando reuniones conmemorativas.
Luchó con todas sus fuerzas contra todos los dictadores de esa época. Frances también acusó al gobierno paraguayo de tolerar la esclavitud, tortura y asesinato de los indígenas Aché en las reservaciones del este de Paraguay, retener alimentos y medicinas, vender niños como esclavos y niñas para la prostitución y negar y destruir las tradiciones culturales Aché.
Y también contribuyó con un capítulo del influyente libro del profesor Richard Arens, Genocide in Paraguay, publicado por Temple University Press en 1977, para informar sobre abusos contra los derechos humanos.
Curiosamente el destino repitió de nuevo lo que tuvo que vivir con el “Master Building” varias décadas atrás… El edificio donde se situaba la “Asociación Interamericana para la Democracia y la Libertad”, decidió vender el edificio por cuestiones financieras, entraron en un juicio que perdieron y esto significó el fin de la Asociación.
En sus últimos años, Grant continuó viajando y escribiendo. Por fin a mediados de los 70 retomó el contacto el Museo Roerich, del que se había alejado en 1938. Se sabe que nunca olvidó a sus Maestros y compañeros, y a veces se reunió con K. Campbell e I. Fritsi. Escribió también el libro “Nicholas Roerich y Asia” y mantuvo correspondencia con Svetoslav Roerich y se reunió con él en 1971, escribiendo un artículo sobre él. A mediados de los setenta, solicitó al Museo Roerich materiales de archivo para un libro, que nunca terminó debido a una enfermedad.
En las cartas de Elena Roerich en relación con ella, se menciona su difícil carácter, pero a pesar de ello, Elena Roerich reconoció siempre su gran utilidad, incluso insustituible, en la función de principal heraldo de las Instituciones.
Nunca se casó ni tuvo hijos. Su entrega total fue hacia su trabajo. En 1982, recibió la Medalla Rutgers, así como una mención especial de los Fideicomisarios de Universidad de Columbia en la Convocatoria del Premio Maria Moors Cabot por su contribución al periodismo interamericano. Grant sumó estos honores a los numerosos premios que había recibido de países latinoamericanos, entre los que destacan la Medalla de Oro Especial del gobierno de Costa Rica (1955), la Orden del Cóndor de los Andes de Bolivia (1956 y 1963) y la prestigiosa Orden del Libertador de Venezuela (1965).
Donó parte de su archivo (personalmente o a través de intermediarios) al Museo Roerich, parte a la Universidad de Rutgers (en 1986) y las organizaciones públicas en las que trabajaba.
Grant permaneció activa hasta los últimos meses de su vida. Desencarnó el 21 de julio de 1993 a la edad de noventa y seis años.
Of Rights in Latin America, Dies
Frances Ruth Grant, who spent her life opposing dictatorships and promoting human rights in the Americas, died on Wednesday at her home on the Upper West Side of Manhattan. She was 96.
Miss Grant’s dedication to Latin American culture, art and human rights began in her childhood. The daughter of a pioneer of New Mexico’s statehood, she was born and raised in the remote pueblo of Abiquiu in the foothills of the Valle Grande mountains. It was there that she absorbed the atmosphere of Hispanic-American culture.
She was educated at Barnard College and graduated from Columbia University’s School of Journalism in 1918. She also received extensive tutoring in economics, political science, music and the arts.
A Museum Founder
She was a founder in 1923 of the Nicholas Roerich Museum in Manhattan, under whose auspices she went to the Far East and wrote about the philosophies and cultures of India and Tibet. She served as a vice president of the museum until 1937.
Miss Grant first visited Latin America in 1929 and after that devoted most of her energy to the republics of the hemisphere. She lectured at virtually all of its universities and centers of learning and started some of the first cultural interchanges, including exhibitions, musical programs and public forums.
Her work was primarily responsible for the Roerich Pact, an inter-American agreement for the preservation of cultural sites signed at the White House by 21 republics in 1935. She founded the Pan American Women’s Association in 1930 and the Inter-American Association for Democracy and Freedom in 1950 and headed both of them into her late 80’s. A Journal Editor
From 1951 until the mid-1980’s, she edited the English and Spanish editions of Hemispherica, a journal published by the Inter-American Association. For this she received a special citation in 1982 at Columbia University from the trustees of the annual Maria Moors Cabot prizes in inter-American journalism.
Recognized as a leader in the defense of civil and politcal liberties, she was a past chairman of the Latin American section and secretary of the International League for Human Rights. The league is a nongovernmental agency accredited by the United Nations whose predecessors date back to the Dreyfus affair in France nearly a century ago.
Jose Figueres Ferrer, then the President of Costa Rica and himself a resolute champion of democracy, paid tribute to Miss Grant in a public address in New York in 1951. He called her “the greatest fighter for democracy and human rights in the hemisphere.”
Democracia jerárquica
1) Una forma de gobierno constitucional (del pueblo iluminado, por el pueblo iluminado, para la iluminación del pueblo)
2) en el que el poder político se ejerce por consentimiento de los gobernados, como resultado del consenso entre:
3.1) una meritocracia iluminada de servidores calificados por el entrenamiento y la experiencia espirituales, y
3.2) la voluntad libre y plenamente informada (buena) de un público ilustrado, experto en el autogobierno y las correctas relaciones humanas.
Democracia (un esquema)
1. Sistemas de gobierno
2 . ¿Qué es la democracia?
3. Pasado de la democracia
- Éxito: derrota pacífica de regímenes autoritarios (monarquías despoticas, dictaduras)
- Fracaso: populismo y demagogia
4. Presente de la democracia (crisis de gobernanza)
5. Futuro de la democracia
- La mezcla correcta, un autogobierno y meritocracia
- Exteriorización de la Jerarquía espiritual planetaria (USR2017JB)
El quinto grupo será el de los Organizadores Políticos, y se ocupará de los factores políticos en cada nación. Los de este grupo trabajarán en el campo del gobierno mundial humano, ocupándose de los problemas de la civilización y de las relaciones existentes entre las naciones. Su objetivo principal será lograr la comprensión internacional. Este grupo imparte la “cualidad de imposición”, autoridad de que carecen las otras dos ramas de esta actividad grupal divina. En gran parte, este trabajo es de primer rayo, e incluirá los métodos por los cuales la Voluntad divina actúa en la conciencia de las razas y de las naciones. Los miembros de este grupo poseerán mucha energía de primer rayo. Su trabajo consiste en actuar como canales de comunicación entre el Departamento del Manu y la raza de los hombres. Es una noble tarea hermanos míos, ser canales de la voluntad de Dios.
Hierarchical Democracy
1) A form of constitutional government (of the enlightened people, by the enlightened people, for the enlightenment of the people)
2) in which political power is exercised by consent of the governed, as a result of consensus between:
3.1) an enlightened meritocracy of servants qualified by spiritual training and experience, and
3.2) the free and fully informed (good) will of an enlightened public, adept in self-rule and right human relations.
Se llamaba Frances Ruth Grant
por Milagros Socorro
…Hace una semana publicamos una primera entrega sobre esta imagen, donde informábamos de que había sido captada por Max Machol, en la sede la ONU, cuando el entonces presidente Carlos Andrés Pérez hizo una visita a esa organización, en noviembre de 1976. En esa nota consignábamos nuestra ignorancia con respecto a la identidad de la señora que recibe el efusivo saludo del de Rubio. Pero el mismo domingo de su publicación, el nombre de la dama nos llegó por tres vías. Nelson Bocaranda, quien también aparece en la gráfica, recordó de quién se trataba; la ex senadora Paulina Gamus se tomó como propia la tarea y, en consulta con Carlos Canache Mata, obtuvo el dato; y, por su parte, el ex embajador Pedro Mogna nos advirtió de nuestros extravíos. Todos coincidieron. La mujer que aferra a Pérez por los brazos mientras lo mira con una gran sonrisa y aprecio genuino es la norteamericana Frances Ruth Grant, una de las fundadoras de la Liga Internacional por los Derechos del Hombre (ILHR, por su siglas en inglés), agencia no gubernamental acreditada ante las Naciones Unidas, para la promoción y protección de los derechos humanos.
Conocida como la organización de derechos humanos más antigua de los Estados Unidos, la ILHR fue constituida en Nueva York en 1942 por refugiados europeos. En 1947, fue admitida como entidad consultiva por el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC), que le otorgó el derecho de testificar ante ese organismo sobre los abusos contra los derechos humanos. La ILHR también es miembro de la Coalición Internacional de la ONU para Detener los Crímenes contra la Humanidad en Corea del Norte, un comité compuesto por más de 40 organizaciones en todo el mundo. En 1976, su nombre fue cambiado a “Liga Internacional para los Derechos Humanos”.
Pionera en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina, Frances Ruth Grant, (1896-1993), nació en Abiquiu, un pueblo remoto en las estribaciones de las montañas de Valle Grande, en lo que hoy es Nuevo México, el 18 de noviembre de 1896. Su padre era Henry Grant , un inmigrante judío-alemán, que era dueño de un almacén en Abiquiu. Su madre, Sarah Spiro, era una mujer notable a la que se recuerda por haber vacunado contra la viruela a toda la población de Abiquiu con un suero que había enviado el Hospital Johns Hopkins.
Una vez en conocimiento de su identidad, procedimos a hacer la investigación acerca de la señora Grant. Por Pedro Mogna sabíamos que había sido una ligereza nuestra suponer que no se conocían y atribuir el gesto del presidente Pérez a la sorpresa que nos produce ver por primera vez a alguien de cuya existencia tenemos profusa idea. Fue una licencia abusiva suponer esto. “CAP”, dice Pedro Mogna, “había sido secretario privado de Rómulo Betancourt cuando este era presidente de la Junta Revolucionaria, desde 1945. Incluso, tenía escritorio en el propio Despacho Presidencial. Cuando, a la caída de Rómulo Gallegos, en noviembre de 1948, Betancourt se fue a La Habana, Carlos Andrés lo siguió. En la capital cubana se reunirían con el depuesto presidente Gallegos y con Gonzalo Barrios. Con pleno apoyo de Prío Socarrás (presidente cubano entonces), Betancourt organiza, en mayo de 1950, la I Conferencia Interamericana Pro Democracia y Libertad, y cuenta para ello con la colaboración de Frances Grant. Con absoluta seguridad, Carlos Andrés Pérez estaba allí, como estaría después permanentemente en Costa Rica, asiento principal del exilio de Betancourt”.
Los detalles sobre la biografía de Frances R. Grant los obtuvimos del “Inventario de los documentos de Frances R. Grant”, hecho por Fernanda Perrone, disponible en Internet.
Por esa vía sabemos que Frances era una de cuatro hijos de los Grant Spiro y que, al crecer en Nuevo México, absorbió la cultura hispana. “Mi primer idioma”, dijo Frances Grant, “fue el español, una circunstancia feliz que me ha brindado un medio de relación íntima con los latinoamericanos”.
–Carlos Andrés, ciertamente, no hablaba inglés, pero la señora Grant hablaba muy buen español –constató Pedro Mogna–. Ella estuvo en Caracas en la última Conferencia Interamericana Pro Democracia y Libertad, que se realizó en el Aula Magna de la UCV, en abril o mayo de 1960, convocada por el entonces presidente Rómulo Betancourt. Uno de los asistentes fue Salvador Allende, muy amigo del guatireño desde su exilio chileno. Creo que fue la última vez que se vieron Rómulo y Allende.
Frances Ruth hizo el bachillerato en el neoyorquino Hunter College High School. Posteriormente se graduó en el Barnard College para luego completar la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia, en 1918. También estudió música con Albert von Doenhoff, Ernest Bloch y otros. Ya graduada de Periodismo, se convirtió en crítica musical y editora asociada para Musical América, así como colaboradora y corresponsal de varias otras revistas y periódicos, para los que enviaría notas sobre música, ballet y opera, así como sobre artes plásticas.
Mujer sumamente culta y activa, fue conferencista, curadora de exposiciones de pintura, directora de museo. En 1929 hizo su primer viaje a América latina, que la llevó por Perú, Chile, Argentina, Uruguay y Brasil. “Era”, escribió Fernanda Perrone, “un esfuerzo preliminar para explorar la posibilidad de organizar intercambios de exposiciones, estudiantes y becas. Visitó museos, escuelas, universidades y otras instituciones culturales, y se reunió con artistas, escritores y músicos. Grant se interesó particularmente por la cultura indígena y el papel de la mujer en América Latina, y conoció a muchas mujeres artistas, incluida la poeta chilena Gabriela Mistral”.
Al año siguiente, en 1930, Grant hizo un viaje más extenso por América Latina, y añadió a su itinerario Bolivia, Colombia, Cuba, Ecuador y México. Además de hacer contacto con artistas y escritores, se reunió con varios líderes latinoamericanos, entre ellos el presidente Carlos Ibáñez del Campo, de Chile, y el presidente Enrique Olaya Herrera y el ministro de Relaciones Exteriores, Eduardo Santos, de Colombia. En Perú, visitó al presidente Augusto Leguía, quien fue derrocado el día que Frances salió del país, en agosto de 1930. Era, por cierto, el cuarto gobierno de Leguía, quien había gobernado el Perú de manera intermitente desde 1919.
En 1930, ya de regreso a Nueva York, Frances Grant fundó la Asociación Panamericana de Mujeres (PAWA, por sus siglas en inglés), una organización no política, educativa y cultural “con el propósito de unir a las mujeres de las Américas en un esfuerzo común por el avance y la comprensión de los pueblos de este hemisferio”. Sus actividades incluyeron el patrocinio de exhibiciones de arte, así como programas musicales, literarios y de baile de figuras latinoamericanas, que en ese momento eran poco conocidas en los Estados Unidos. En el ámbito educativo, la Asociación patrocinó cursos y conferencias sobre América Latina y clases de español, entre otras actividades.
A fines de la década de 1940, cuando varios países latinoamericanos fueron tomados por dictadores, PAWA se unió a otras organizaciones para denunciar los abusos contra los derechos humanos en esos países. En los años siguientes, organizó programas con varios líderes democráticos latinoamericanos, incluidos Rómulo Gallegos, Rómulo Betancourt, Eduardo Frei y Carlos Lleras Restrepo. En 1941, Grant viajó a Sudamérica como representante de la PAWA, donde visitó todos los países excepto Venezuela. A raíz de ese recorrido escribió artículos para North American Newspaper Alliance y The New York Times.
–Frances Grant –establece Perrone, autora de un detallado perfil de la internacionalista– jugó un papel importante en traer a América Latina a la atención de la Liga Internacional por los derechos Humanos. A fines de la década de 1940, los regímenes democráticos fueron derrocados en varios países latinoamericanos, incluidos Argentina, Colombia, Paraguay, Perú y Venezuela. Grant encabezó la respuesta de la ILHR a la crisis, testificando ante la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas sobre las violaciones en América Latina en 1949. Ayudó a garantizar la seguridad del líder de Acción Democrática, Rómulo Betancourt, también miembro del Comité Latinoamericano.
Frances Grant continuó sirviendo, como oficial de la ILHR, hasta la década de 1970. Sin embargo, después de 1950, su principal base organizativa fue la Asociación Interamericana para la Democracia y la Libertad, en cuyo marco se realizó la ya citada conferencia de La Habana, en 1950, entre cuyos organizadores estuvieron, como hemos dicho Frances Grant y Rómulo Betancourt, entre otros. El evento contó con las intervenciones de Rómulo Gallegos, Eleanor Roosevelt, Arthur Schlesinger, Jr., Hubert Humphrey, el congresista Richard Nixon, Juan Bosch, José Figueres, Germán Arciniegas, Eduardo Rodríguez Larreta, Waldo Frank, Roger Baldwin, Norman Thomas, Emilio Frugoni, Eduardo Frei Montalva, Raúl Roa y Salvador Allende, entre otros 200 delegados de todas partes del hemisferio… nutrida convocatoria que incluía a Carlos Andrés Pérez.
Tiene mucha razón Pedro Mogna, no había el menor margen para que estas dos notables personalidad del siglo XX de las Américas no se conocieran antes de este emotivo encuentro en los espacios de Naciones Unidas.
La conferencia, vaya paradoja visto con los ojos de hoy, produjo la Declaración de La Habana, “que condenó las acciones de los dictadores y recomendó las condiciones para el reconocimiento diplomático basado en el respeto de los principios de los derechos humanos, civiles y políticos. También abogó por reformas sociales y económicas que fortalecieran las fuerzas democráticas en el hemisferio”.
El mayor logro de la conferencia fue la fundación de una organización permanente, la Asociación Interamericana para la Democracia y la Libertad (IADFl por su siglas en inglés ), cuyo principal objetivo era crear un frente democrático en las Américas para luchar contra el totalitarismo en todas sus formas –comunismo, neofascismo y caudillismo– como enemigos de la democracia hemisférica. La infatigable Frances Grant quedó al frente de esta organización.
En las décadas siguientes, Frances Grant mantendría una incansable labor de denuncia contra las dictaduras del hemisferio y defensa de sus víctimas. Entre sus muchas iniciativas se contaría “una gran campaña contra el dictador venezolano Marcos Pérez Jiménez, quien había llegado al poder en un golpe militar en 1948”, apunta Perrone. “La IADF tenía una relación especial con Venezuela debido a la amistad de Grant con Rómulo Betancourt. Cuando Betancourt llegó a la Presidencia, en 1959, tras el derrocamiento de Pérez Jiménez, el gobierno venezolano ayudó económicamente a la IADF. Los principios de la IADF formulados en la Conferencia de La Habana en 1950 fueron incorporados en la Doctrina Betancourt, que este introdujo en su discurso inaugural como jede de Estado, el 15 de febrero de 1959”.
–La Doctrina Betancourt –precisa la biógrafa de Frances Grant– hacía un llamado a otros gobiernos democráticos de las Américas a que se unieran para excluir de la membresía a los regímenes que no respetaran los derechos humanos e imponerles sanciones diplomáticas.
Tan estrecho era el vínculo venezolano de Frances Grant que en celebración de la victoria de Acción Democrática, la IADF celebró su Segunda Conferencia Interamericana en Maracay, en 1960. “Igual que la conferencia de La Habana diez años antes, a la reunión de Maracay asistieron más de 200 delegados de 21 repúblicas americanas. Los temas discutidos incluyeron problemas con dictaduras, reforma agraria, desarrollo económico, organizaciones internacionales, derechos humanos y educación. La conferencia aprobó una resolución de condena a las dictaduras de la República Dominicana, Paraguay, Nicaragua y Haití, y se comprometió a trabajar activamente para su derrocamiento. Otras resoluciones incluyeron reducir los gastos militares, fortalecer la OEA, garantizar los derechos y mejorar las condiciones de trabajo libre, apoyar las luchas coloniales en la Zona del Canal de Panamá y la Guayana Británica, apoyar las reformas agrarias ejecutadas democráticamente, confiscar las ganancias ilícitas de los ex jefes de Estado en exilio, y un pasaporte interamericano para refugiados políticos”.
En la década de 1960, la IADF se involucró en el problema de Cuba. Crítica abierto del dictador cubano Fulgencio Batista, Frances Grant inicialmente acogió la Revolución cubana de 1959. Pero después de la consolidación del poder de Fidel Castro y su alianza con la Unión Soviética, la IADF se convirtió en fuerte opositor al régimen cubano, en conformidad con su habitual postura anticomunista. Avanzada la década de los 60, la IADF trabajó activamente para ayudar a los presos políticos en Cuba.
En los años 70, la IADF, que se había rayado con la intelectualidad de izquierda –porque Frances Grant había deplorado el advenimiento de un régimen militar en Chile, en 1973, y expresado su compasión por el trágico final de Allende, pero había añadido que este tenía “su parte de responsabilidad en la debacle del orden constitucional del país”– continuó su incesante lucha por los derechos humanos en América Latina y se comprometió en una campaña contra la dictadura de Somoza en Nicaragua, lo que no impidió que tras aplaudir el derrocamiento de Somoza en 1979, Grant se opusiera al comunista FSLN (Frente Sandinista de Liberación Nacional) que lo reemplazó, y continuó exponiendo las violaciones de los derechos humanos bajo el nuevo régimen.
El archivo de los papeles de Frances Grant conserva su abundante correspondencia con políticos e intelectuales de todo el mundo, entre quienes se cuentan la poeta chilena Gabriela Mistral, la pintora norteamericana Georgia O’Keeffe, los escritores Thomas Mann, Lillian Hellman, John dos Passos, Upton Sinclair, Archibald MacLeish, Thornton Wilder, el gran arquitecto Frank Lloyd Wright.
El fondo cuenta con serie por países. “El grupo más grande , de archivos en esta serie”, consigna Perrone, “es Venezuela”, país que le concediera a Grant la Orden del Libertador de Venezuela, en 1965.
–Estos archivos –explica la archivóloga– contienen una gran cantidad de información sobre Acción Democrática, el partido político fundado por Rómulo Betancourt, y sobre el Movimiento Electoral del Pueblo, que se separó de AD. El corresponsal más importante es el presidente venezolano y fundador y miembro clave de IADF, Rómulo Betancourt. Otros corresponsales importantes son los presidentes Rómulo Gallegos, Raúl Leoni, Carlos Andrés Pérez y Jaime Lusinchi, de Acción Democrática; el presidente y fundador del Partido Demócrata Cristiano (COPEI) Rafael Caldera; Jóvito Villalba, líder del partido Unión Democrática Republicana (URD); y los dirigentes de AD, Gonzalo Barrios, Luis Augusto Dubuc, César Rondón Lovera y Augusto Malavé Villalba. De particular interés son los casos de Alberto Carnevali, activista de AD encarcelado bajo la dictadura de Marcos Pérez Jiménez; y Eduardo Machado, comunista encarcelado bajo la administración Leoni. La serie documenta en particular la participación de la IADF en los esfuerzos por divulgar las violaciones de los derechos humanos y ayudar a los exiliados durante la dictadura de Pérez Jiménez.
En sus últimos años, Grant continuó viajando y escribiendo. Al pie del cañón hasta el último día de su vida, murió en Nueva York, el 21 de julio de 1993. Tenía 96 años.
–Simón Alberto Consalvi –recuerda Pedro Mogna, quien desde el 30 de noviembre del 92 era cónsul de Venezuela en Nueva York y lo fue hasta mayo de 1995, cuando fue sustituido por Vicente Carrillo Batalla– me llamó desde Washington, donde era embajador, para alertarme de que el presidente Pérez me llamaría para que lo representara en el funeral de Francis Grant, cosa que inmediatamente ocurrió. Fue así como me presenté en la funeraria The Frank Campbell Funeral Home, en Madison Avenue. Habría 50 personas. No tuve la impresión de que hubiese parientes [Frances Grant no se casó nunca ni tuvo hijos]. El único venezolano era yo.
Pasando la estafeta
La Bandera de la Paz
Antes de comenzar 1986, el Año Internacional de la Paz, mi misión ya estaba totalmente definida. Hacía cincuenta años, el ilustre artista ruso Nicholas Roerich había logrado, por medio del Pacto Roerich, que los países de América aceptaran tener una misma bandera que los uniría en un solo pensamiento y una acción conjunta, la Paz. Pero como muchos bellos proyectos, aun después de haber sido aceptada en la Casa Blanca de Washington por veintiún países, ratificado el acuerdo por la Liga de las Naciones, precursora de las Naciones Unidas, la Bandera de la Paz fue quedando poco a poco en el olvido, aunque su aceptación quedaba en los archivos de los diferentes países signatarios y era por lo tanto un pacto vigente.
Para la Bandera de la Paz, Nicholas Roerich retoma un símbolo arcano que aparece en el planeta hace más de nueve mil años, en el periodo Paleolítico, en unas piedras en Mongolia. También lo encontramos en la cerámica del periodo Neolítico. En la India se le conoce como el Chintamani o Símbolo de la Felicidad. Para los tibetanos simboliza el disolvedor de la oscuridad. También aparece en el pecho de Jesús del cuadro de Memling, La adoración de Cristo. Igualmente en La Madona de Estrasburgo, en los escudos de los cruzados, en íconos rusos, en estandartes budistas, en artesanía china, en los escudos de armas dealgunos papas y en las imágenes de los legendarios Gesar Khan y Rigden Djapo. Aparece asimismoeste símbolo en Teotihuacán y en el Palacio de Palenque.
Por su universalidad y antigüedad, Nicholas Roerich pensó que no habría un símbolo más apropiado para la Bandera de la Paz, ya que une a todas las culturas y a todos los pueblos del mundo. De este modo, esetriángulo mágico logra el milagro de la unidad en la diversidad, creando el arte de vivir en paz con todoslos seres de la Tierra.
Si bien la Bandera fue creada para proteger los monumentos artísticos, en los dramáticos momentos que el mundo vive, la Bandera de la Paz cobra su más alto y profundo significado, hablando a las conciencias para preservar no solo los tesoros del arte sino también los valores espirituales, que ayudarán a conservar la vida misma de nuestro planeta.
Una nueva era se estaba aproximando, y la Bandera de la Paz tendría que cumplir el cometido para el que fue creado su símbolo hace más de nueve mil años. Ese símbolo sagrado se tenía que irradiar desde un territorio específico del planeta, y ese lugar escogido fue México.
¡Cuán largo camino había yo tenido que recorrer hasta llegar aquí, donde tendría que cumplir mi misión y difundir el símbolo arcano a todo el planeta!
Cuando escuché cual sería mi labor, quedé abrumada y me atreví a preguntarle tímidamente al Maestro:“Habrás querido decirme que debo dar a conocer la Bandera de la Paz en México”. “¡No -me dijocon firmeza-, te he dicho claramente que tu misión es irradiar el Símbolo de la Bandera a todo el planeta desde México! Y lo debes hacer por reacción en cadena”. “¿Y cuántas vidas tengo para realizar micometido?”. De manera tajante me contestó: “Esta vida”.
En una misiva que me mandaron en octubre del 86 desde Nueva York, procedente del Museo Roerich, sede de la Bandera, su director, Daniel Entin, me decía lo siguiente:
“La energía primaria está disolviendo la oscuridad con una luz brillante. En el cuadro de Nicholas Roerich: Brillando en la oscuridad, el Maestro M lleva el cofre de Chintamani. Usted, Alicia, con su misión está también llevando el Chintamani la gema del deseo cumplido, el disolvedor de la oscuridad, con la Bandera de la Paz. Es la suya una tarea bendecida y una responsabilidad inusitada. Solamente nos queda agradecerle el haberlaaceptado. Es claro que las puertas se abren cuando usted se aproxima. Es su anhelo ferviente para lograr la Paz el que abre las puertas, es la mano del Maestro la que está ahí. Reciba nuestras bendiciones”.
– Daniel Entin, Director del Museo Roerich de NY
Recientemente tuve la oportunidad de entrevistarme personalmente con Frances Grant, Frances es quien me comentó cosas muy interesantes de Shambhala y de las fronteras que hay que pasar para llegar a ella,una gran mujer que vivió varios años en la India con los Roerich y que fue la responsable del PactoRoerich de la Paz y la encargada de convencer a todos los gobernantes de América de la imperiosa necesidad de estar unidos con una sola Bandera: La Bandera de la Paz.
¿Cuál era su objetivo? Lograr que desde marcos diferentes de pensamiento y vibración lográsemos la deseada unidad de mentes para experimentar la Paz verdadera, no la Paz externa sino aquella que empieza en el corazón de cada ser humano integrado en su mundo físico y espiritual.
[…]
En mi interesante conversación con Frances Grant, quien en la actualidad cuenta con 96 años llenos deinteligencia y lucidez, comentaba que ella estuvo presente en la expedición que los Roerich hicieron por Asia. Me platicaba que cuando estaban cerca de la última frontera de Shambhala, después de haber vencido las mayores dificultades con fuerza y devoción, la atmósfera estaba tan fuertemente espiritualizada o elevada de vibraciones que nadie podía ver lo que no podía ser visto, ni sentir lo que no debía ser sentido.
Y cuando llegó el esperado momento, sintieron una barrera de energía transparente que no permitió pasar a nadie de la comitiva, sólo a Nicholas Roerich se la permitió pasar y desapareció entre las nevadas montañas de los Himalayas, mientras los lamas con respeto susurraban: “El signo de Shambhala hallegado…”.
Aún recuerdo con qué emoción me comentó Frances: “Según la tradición sólo siete seres humanos por siglo son autorizados a penetrar en el territorio prohibido. Ellos han de regresar al mundo investidos deun poder especial y enviados con misiones pacificadoras. Todo parece indicar que el profesor NicholasRoerich fue uno de ellos.
Efectivamente Roerich pertenece a los grandes elegidos. Las misiones supremas se encomiendan desde Shambhala, punto focal de energía de la Gran Humanidad Blanca. Estas misiones han de ser cumplidasen la Tierra por manos de los hombres en condiciones humanas, a menudo venciendo grandesdificultades. Ellos no claudican ante el miedo ni el abatimiento, ya que rinden culto a la Luz en el amor y en el servicio a la Humanidad.
En la Bandera de la Paz encontramos un mensaje PAX CULTURA que nos indica que el culto a la Luz (que es loque significa la palabra cultura en su acepción más amplia: culto a la Luz, culto a Ur) es la clave paralograr la Paz del planeta que empieza en cada individuo para irradiarla a su sociedad y a su mundo.
La leyenda cuenta que en el tiempo de Shambhala esa Luz brillara más que nunca en cada uno de nosotros… esa energía luminosa anuncia la nueva era y quien no haga el esfuerzo por salir de suignorancia no será ya despertado.
Mediante el fuego del amor y del servicio Shambhala se manifestará y sus guerreros unirán sus manos en una cadena luminosa, mientras la Bandera de la Paz eslabona a los más altos estados de conciencia.